
“Como encontrar algo de paz en la trinchera ”.
Si en estos momentos os encontráis confinado con un adolescente y éste además es vuestro hijo o hija, no dejéis de leer porque, seguramente, desde hace varios días, por no decir incluso antes del estado de alarma, no ha dejado de: estar pegado a una pantalla, agotar constantemente vuestra paciencia, sacar lo peor de vosotros, cuestionar todas y cada una de vuestras decisiones y desafiaros buscando la confrontación directa y emitiendo quejas, monosílabos y gritos.
Seguramente, habréis valorado en varias ocasiones pagar los 600 € de multa con tal de que se vaya de casa un rato y se aireé, porque incluso ya huele hasta mal desde hace unos días. No lo hagáis. ¡Resistiréis!
A continuación, arrojaremos un poco de luz en la oscuridad en la que estáis inmersos.
A modo de introducción, explicaremos de manera muy resumida qué es la adolescencia y en qué consiste, para que os podáis situaros un poco, si no para recordarlo. La adolescencia es una etapa de transición vital, donde el o la adolescente busca su identidad. Para ello, deben enfrentarse a los 5 planos propios de la madurez que son: los cambios de tipo físicos-biológicos, psicológicos, afectivos-sexuales, sociales y trascendentales.
Esta etapa tan crucial, padres e hijos deben estar muy unidos, cosa que ayuda la situación actual, para afrontar juntos, desde el cariño y el acompañamiento, las distintas dificultades que encontrarán a su paso. Estas pueden ser razonar poco, tener los sentimientos y las emociones a flor de piel, pensar que son eternos y que están exentos de la responsabilidad que conlleva cualquiera de sus actos al practicar una libertad que acaban de descubrir.
Una vez hecha la aclaración sobre el “enemigo”, aunque realmente los enemigos somos nosotros, según ellos, vamos a daros una serie de pautas para paliar los distintos conflictos que se generan en estos días.
En primer lugar, si nos tenemos que desgastar y luchar con ellos en algo, es en hacerles ver que tener un horario y una rutina es fundamental. Esto evitará que se vengan abajo, que esa tristeza se transforme en ira y finalmente la manifiesten con agresividad y de manera desproporcionada ante una contrariedad o confrontación que se dé en cualquier momento de la convivencia.
Para esa rutina puede ser interesante hacer una listas de tareas del hogar entre las personas que se encuentren en casa y que haya un reparto equitativo. Es una oportunidad para enseñar un montón de cosas como el trabajo en equipo, el darse a los demás y valorar el trabajo en el hogar haciéndoles conscientes del esfuerzo y el cariño que se pone a la hora de realizar este tipo de tareas (hacer las camas, ordenar las habitaciones, poner la mesa, hacer de comer, fregar los platos aun teniendo lavavajillas, limpiar el baño, reponer el papel higiénico -tan importante hoy día-, poner una lavadora, tender, recoger la ropa, doblarla…), y todo ello con una sonrisa.
Una vez hecho el reparto de tareas, es imprescindible que cuiden el aseo personal así como la presencia, fuera pijamas y chándal. Si no se acicalan y se arreglan, se abandonan y terminan acostumbrándose hasta el punto de convertirse en auténticos orcos. Decidle que esto no durará siempre y que volverán a salir a las calles, pero que elijan entre volver siendo orcos con cara de un frigorífico por detrás, o siendo los que eran antes de que todo esto llegara.
Para terminar el apartado de la rutina u horario, no podemos olvidarnos del tele-colegio. Si algo queda claro en la comunidad educativa es que esto ha servido para revolucionar tecnológicamente el proceso enseñanza-aprendizaje. Todos tenemos que tener paciencia y comprensión y verlo como una oportunidad para aprender a desenvolvernos en el nuevo paradigma virtual.
En segundo lugar, no debemos pasar por alto que para ellos esto también les supone una ruptura con la realidad y mostrarán todo tipo de fases: enfado, tristeza, indiferencia, aceptación, entre otras. No obstante, es bueno preguntarles de vez en cuando cómo están y animarles. Es bueno que vean las noticias con vosotros y que habléis sobre lo que está ocurriendo, no solo aquí, sino en el resto del mundo. La dureza de la muerte y de tantas familias que se ven en una situación precaria al verse sin ingresos; el trabajo heroico de sanitarios, fuerzas del estado, transportistas y comercios de alimentación, y algunos más; la capacidad de mucha gente para sobreponerse siendo más solidarias, sin dejar a un lado la alegría y el buen humor. Hablad, opinad sin juzgar y tratar todos estos temas desde una perspectiva positiva, optimista y de superación. Quizás muchos estéis ahora mismo pasando por muchas de estas circunstancias. Ahora más que nunca, vosotros los padres, sois sus referentes más cercanos.
En tercer lugar y último, hablaremos sobre la cuestión de las relaciones sociales o mejor dicho, redes sociales. Los adolescentes son expertos y donde antes había un peligro o riesgo, que lo sigue habiendo, ahora hay una oportunidad para que se dé un acercamiento en estas cuestiones entre padres e hijos. Seguramente, sean ellos los que tendrán que actualizarnos a muchos de nosotros, para poder aprender a desenvolvernos en este nuevo mundo virtual y tan vital actualmente. Sin embargo, no hay que olvidar que esos riesgos y peligros, como he dicho antes, siguen existiendo y hay muchas posibilidades de que se acentúen aún más si no los controlamos. Es esencial que todos tengamos un horario de uso y debemos empezar los padres. Debe haber un tiempo para que podamos comunicarnos con los que están lejos, tanto ellos como nosotros, pero ese tiempo ha de estar limitado y consensuado.
Todas estas cuestiones de las que hemos hablado harán de hoja de ruta y poco a poco reinará la paz en cierta medida. La tranquilidad y la armonía no serán inmediatas, bajemos nuestras expectativas porque el cariño y la comprensión de un padre y una madre hacia los hijos no tiene límites. Querámosles cuando menos lo merezcan porque será cuando más lo necesiten.
Daniel Danta Carmona